A raíz del estreno de la cuarta entrega de Indiana Jones me he acordado de su modelo histórico más cercano: Heinrich Schliemann, el pionero de la arqueología que descubrió las ruinas de la legendaria Troya. Schliemann es un personaje fascinante que llevó una de esas existencias novelescas que tan bien quedan en las solapas de los libros. Además, fue un políglota prodigioso. A los 22 años dominaba siete idiomas aprendidos, de manera autodidacta, en las pocas horas que le dejaban libre las extenuantes jornadas laborales de entonces. Su sistema de aprendizaje era bastante curioso. “Este método consiste en leer mucho en voz alta, sin traducir; dedicar una hora al día a escribir ensayos sobre temas que le interesen a uno, corregirlos bajo la supervisión de un maestro, aprenderlos de memoria y repetir en la lección siguiente lo que había sido corregido el día anterior”. Siguiendo este método, en seis meses “adquirió un profundo conocimiento de la lengua inglesa”, y de paso “había aprendido de memoria todo El vicario Wakefield de Goldsmith e Ivanhoe de Sir Walter Scott”. A continuación, dedicando sólo seis semanas a cada lengua, aprendió a escribir y hablar con soltura francés, holandés, castellano, italiano, portugués y otras lenguas. No se quedó ahí. Estimulado por las oportunidades económicas que se intuían por el floreciente comercio con Rusia, decidió aprender ruso. Como no encontraba a nadie que lo hablara en Ámsterdam, siguió su método usual de manera intensiva. Contrató a un anciano holandés para que le hiciera de público mientras él recitaba en ruso dos horas cada noche. Parece ser que los vecinos se quejaban y tuvo que cambiar dos veces de domicilio. Más tarde, aprovechando que viajaba por Oriente Medio, aprendió árabe sin demasiado esfuerzo. Pero ninguna lengua le apetecía más aprender que el griego, y sin embargo esperó muchos años a decidirse a aprenderla. “Grande era mi deseo de aprender griego, pero no me aventuré a estudiarlo hasta que hube adquirido una moderada fortuna, pues temía que esa lengua ejerciera sobre mí una fascinación tan grande que me apartara de mis actividades comerciales”. En Rusia, ayudado sin duda por el dominio del idioma, no tardó en adquirir esa fortuna. Se decidió entonces a aprender su amado griego. No perdió demasiado tiempo: pasó seis semanas aprendiendo griego moderno y otros tres meses familiarizándose con los autores antiguos. Su sistema parece que no solo funcionaba con él. Su joven esposa, que sólo hablaba griego moderno y algo del antiguo cuando se casaron, aprendió cuatro idiomas en dos años. El poliglotismo es, como el poder hacerse invisible a voluntad, un deseo universal. john Bowring conocía casi doscientas lenguas aunque probablemente hablara solo cien, que sigue siendo un número igual de increíble. Claro que una cosa es hablar un idioma y otra tener algunas nociones de ese idioma. El recordman actual del poliglotismo, Ziad Fazah, asegura conocer 58 lenguas, pero cuando fue a un programa de la televisión chilena a demostrar sus conocimientos, ocurrió esto:
(Fuentes: Wikipedia/ Los descubridores, de Daniel J. Boorstin)
1 Reply to "Poliglotismo"
LOLA PUÑALES on 6 de abril de 2009, 8:20
El personaje de Indiana Jones está inspirado en Otto Rank, no?
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