¿Se puede dejar de pensar? No se tiene constancia de que nadie lo haya conseguido. Probablemente podamos estar más tiempo sin respirar que sin pensar.Quizá algunos atletas de la meditación, del yoga o de otras técnicas orientales, puedan conseguir reducir considerablemente su intensidad, pero no llegan a pararlo del todo. Pensamos todo el tiempo, incluso cuando estamos dormidos. Para George Steiner, esta imposibilidad de detenerlo, “de hacer una pausa en el pensamiento, es una aterradora constricción. Impone una servidumbre de un despotismo y un peso
singulares. En cada instante concreto de nuestra vida, despiertos o dormidos, residimos en el mundo a través del pensamiento”. El pensamiento es una corriente que fluye sin cesar y que rara vez controlamos. Incluso en situaciones de gran relajación, se producen interminables soliloquios de pensamiento que pueden estimular la creatividad, la irritación o la locura. ¿Es un proceso inocuo? No del todo. Pensar, como el ejercicio físico, cansa y mucho, como bien saben los jugadores de ajedrez o cualquiera que tenga una ocupación intelectual.
El problema es que los procesos mentales, los infinitos pensamientos que circulan por nuestras neuronas son, en una proporción abrumadora, difusos, sin objeto, inútiles. Además están por todas partes, aquí y allá, sin orden ni concierto. Steiner apunta que este fenómeno hace valido el término “scatterbrained”, de cerebro disperso: incapaz de concentración. Este incesante chorro de pensamiento satura la consciencia y muy posiblemente el subconsciente, y provoca que algo que hemos pensado hace una hora desaparezca sin dejar huella alguna. Esto acaba produciendo una gran frustración, porque, sea o no ese pensamiento aprovechable, lo que ocurre es que, según Steiner, “está fuera de nuestro alcance, desvanecido, como lo están millones y millones de pensamientos que fluyen a través de nuestro ser en un despilfarro insondable”. El porcentaje de pensamiento aprovechado será de un 0, seguido de un número infinito de ceros. Esto tiene que ver con una entrada anterior de este blog, titulada “Ideas perdidas”. Hay que intentar no desperdiciar ninguna buena idea porque son bastante escasas. Einstein aseguraba, quizá en un alarde de falsa modestia, haber tenido sólo dos ideas en su vida. Heidegger, que todos los grandes pensadores sólo han tenido un pensamiento que exponen, desde diferentes puntos de vista, en todas sus obras. Frases similares las he escuchado en todos los ámbitos: que los grandes directores siempre hacen la misma película, que los escritores siempre escriben el mismo libro etc. Quizá sea así, pero no es fácil de aceptar. En cualquier caso, ¿quién no ha soñado alguna vez con tener la capacidad de dejar de pensar a voluntad?
[Fuente: Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento, George Steiner]
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