Michael Faraday llegó a ser uno de los grandes científicos de la historia pese a no tener apenas educación formal, “poco más que los rudimentos de lectura, escritura y aritmética que se enseñan en una escuela corriente”, según sus propias palabras. Faraday nació en un ambiente muy pobre, y creció en el seno de una familia que pertenecía a una minoritaria secta protestante similar a la de los cuáqueros, que practicaba el ascetismo y se negaba a la acumulación de bienes. El joven Michael pasó todo tipo de penurias, incluida un hambre atroz en tiempos de guerra. Pese a todo, sus investigaciones sentaron las bases de electromagnetismo que derivaron, por ejemplo, en la invención del motor eléctrico, con el cambio para la sociedad que eso supuso.
Todo empezó alrededor del año 1820 cuando el físico danés Hans Christian Oersted descubrió que un alambre que condujera una corriente eléctrica podía desviar una aguja magnética. Hay que tener en cuenta que en esa época el término “campo de fuerza” era algo totalmente desconocido. Este fenómeno fascinó a los científicos de la época, entre ellos al otro futuro padre del electromagnetismo, el brillante matemático y físico André Marie Ampère, que al igual que Faraday, consideró una prioridad desentrañar los misterios del electromagnetismo. Al contrario que Faraday, Ampère fue un niño prodigio que a los doce años consultaba los libros de matemáticas de la biblioteca de Lyon que estaban escritos en latín, lengua que había aprendido en pocas semanas. Sin embargo, si imagináramos los primeros pasos de Faraday y Ampère en el fascinante mundo del electromagnetismo como una carrera, veríamos que la sólida formación matemática de Ampère resultó un lastre que hizo quedar segundo al francés. Ampère intentó explicar el electromagnetismo mediante una formulación matemática de los centros de fuerza newtonianos, empresa que en aquella época no debía ser moco de pavo. Mientras Ampère se enredaba en interminables ecuaciones, la mirada ingenua de Faraday dejó de lado las reverenciadas teorías de Newton y se consagró a realizar intuitivos y sencillos experimentos con los que se adelantó a Ampère y a todos los grandes sabios de la época. Con dos cubetas que contenían mercurio, un alambre conductor de corriente y dos barras imantadas cilíndricas, demostró elegantemente la rotación electromagnética, probando que el alambre conductor rotaba alrededor del polo de un imán, y el polo de un imán hacía lo mismo en torno a un alambre conductor. Faraday había conseguido dar un paso de gigante en la historia de la física sin escribir una sola fórmula matemática. No es de extrañar que Einstein tuviera un póster de Michael Faraday en su estudio.
PD: No me resisto a incluir los seis Principios de Faraday, que extrajo de una obra de Isaac Watts titulada La mejora de la mente, que leyó a los catorce años, y que fueron la base de su disciplina científica:
1.Llevar siempre consigo un pequeño bloc con el fin de tomar notas en cualquier momento.
2.Mantener abundante correspondencia.
3.Tener colaboradores con el fin de intercambiar ideas.
4.Evitar las controversias.
5.Verificar todo lo que le decían.
6.No generalizar precipitadamente, hablar y escribir de la forma más precisa posible.
(Fuentes: Los Descubridores, de Daniel J. Boorstin, y Wikipedia)
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