El autor juzgado (2) 2

miércoles, junio 18, 2008 | Escrito por | Etiquetas

De acuerdo, en el caso de que Borges fuera realmente el mayor hijo de puta de la historia, su obra, apolítica en su mayor parte, sería de igual valor. Pero ¿era realmente mala persona? ¿Fue Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo peor persona que tú o que yo? Estoy seguro de que cometió actos miserables y ruindades de todo tipo. También de que hizo daño a seres queridos, a veces incluso conscientemente. Todo eso lo he hecho yo y casi todo el mundo. Pero también he hecho algunas cosas buenas, he ayudado de forma desinteresada, y he luchado contra situaciones injustas aunque no me afectaban directamente, como, estoy seguro, también hizo Borges.
Lo que ocurre es que si eres una persona célebre tus miserias serás divulgadas, ampliadas, tergiversadas e incluso inventadas por personas, que, en algunos casos, esperan obtener algún beneficio de ello. No pretendo decir con esto que todo acto es disculpable, algunos no lo son, sólo que deben valorarse en un contexto justo.
Antes de que los libres de pecado empecemos a arrojar piedras, podemos realizar un sencillo experimento que me enseñó mi amigo Daniel Tubau. Uno coge lápiz y papel y tomándose el tiempo que haga falta, apunta en el folio las cosas buenas que ha hecho en la vida, los momentos de los que uno se siente orgulloso. Después, se coge otro folio y, con el mismo rigor, se apuntan las cosas malas, esos actos vergonzosos que uno ha cometido y que querría borrar de la memoria. Si uno ha sido honesto, los dos folios dirán la verdad. Si alguien quisiera escribir una biografía de esta persona podría usar sólo el primer folio, sólo el segundo, o ambos. Podría estar omitiendo determinados sucesos o acentuando interesadamente otros, pero no estaría mintiendo exactamente en ningún caso. Si uno hace este ejercicio aplicándose con total sinceridad, y entrega los folios a un biógrafo, se expondrá a que, si algún día se convierte en una celebridad, digan de de él: "era un hijo de puta".

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El autor juzgado (1) 1

martes, junio 17, 2008 | Escrito por | Etiquetas



"No me gusta Borges porque era un hijo de puta". Es una frase que he oído más de una vez, casi siempre a personas muy sensatas. Variantes de esta frase se escuchan también sobre Picasso, Dalí, Hemingway, Einstein y muchos otros personajes importantes de la cultura. ¿Y si Borges hubiera sido una persona modélica, ideal, un Atticus Finch de la literatura, se le leería más? Yo creo que hoy sería un personaje más querido, pero no más leído. El que no lee a Borges es, en un alto porcentaje, porque no quiere, porque prefiere leer otra cosa o porque simplemente no lee. Sin embargo, la tendencia a mezclar vida y obra del autor, de juzgar a una en función de la otra, es una costumbre que, lejos de remitir, se hace más fuerte con el paso de los años. En la obra Borges + Goya, el dramaturgo-artista Rodrigo García hace un retrato implacable y humillante del argentino. García le condena principalmente por su pasividad frente a la dictadura militar de Videla. La obra, -en realidad un monólogo con apoyo visual- es un manido intento de reflexión sobre el papel del artista en la sociedad: machaca al Borges ciudadano pero admite la fascinanción por la obra borgiana. La ceguera de Borges es usada como recurso narrativo para evidenciar su otra ceguera: la que le impedía ver los crímenes de la dictadura. Supongo que es inevitable pensar que Borges, como personaje público debió de luchar contra el cruel regimen de Videla, debió de decir y hacer cosas que no dijo ni hizo, debió de ayudar a personas detenidas injustamente, o si las ayudó, debió hacerlo público. Pero teniendo en cuenta su torpeza con la política y su peculiar idiosincrasia, Borges no hubiera podido ayudar mucho. Andre Gide opina en su diario que "Goethe contribuyó más a la felicidad de lo demás relatando su vida feliz que si hubiera empleado esa vida en luchar contra la miseria de aquellos". Como Goethe, Borges tenía un talento excepcional para la literatura, para crearla y también para divulgarla, pero ninguno para las declaraciones políticas. Algunas de estas declaraciones son, a todas luces, muy desafortunadas. Esta ingenuidad política, asombrosa en alguien de su inteligencia, unida a una timidez que se confundía frecuentemente con cobardía o arrogancia, pusieron al escritor en el punto de mira de los sectores más peleones de la izquierda internacional, en teoría "por no hacer nada para ayudar al pueblo". Pero si lo hizo: en este mismo momento, alguien, en algun lugar del mundo, está consolando en parte su sufrimiento leyendo quizá El Aleph.

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Definamos crisis económica 3

lunes, junio 16, 2008 | Escrito por | Etiquetas

Inflación en Alemania en 1923: una mujer alimenta a su estufa con dinero. En ese momento, la quema de dinero es menos costosa que la compra de leña. Quizá la palabra crisis se utiliza hoy demasiado a la ligera.

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Barbarroja 0

jueves, junio 12, 2008 | Escrito por | Etiquetas

Barbarroja es una de las películas menos conocidas de Kurosawa. De hecho, en mi círculo de amistades nadie la ha visto. Y sin embargo es una de las mejores películas, no sólo de Kurosawa, sino de todo el cine japonés. A priori, es comprensible la pereza inicial del espectador ante esta obra: son más de tres horas de película, con algunos momentos de intenso dramatismo y rodada sin concesiones en un crudo blanco y negro. Pero, como ocurre con muchas películas de Bergman, si uno vence esa pereza, obtiene una gran recompensa.
Barbarroja, Aka-hige en japonés transcurre a mediados del siglo XIX. Es la historia de un joven médico, Yasumoto, al que su padre envía a visitar un hospital para pobres. Allí las condiciones están muy lejos de los lujos que había disfrutado durante su época de estudiante, y Yasumoto queda horrorizado ante la miseria humana que encuentra. Yasumoto se presenta al director del hospital, el Dr. Kyojo, apodado Barbarroja, y se entera de que ha sido destinado allí como interno, cuando él esperaba, gracias a las relaciones de su acomodada familia, ejercer en la Corte Imperial. Yasumoto no quiere quedarse en tan inmundo lugar, así que no pierde ocasión de provocar la furia del intimadante Barbarroja para que le despida. El personaje de Barbarroja es seco y duro, pero también sabio y bondadoso. Barbarroja cree que es la bondad lo que produce bondad, al igual que la maldad produce maldad.
El papel de Yasumoto lo interpreta un joven galán del cine japonés, Yuzo Kayama, que tuvo aquí, sin duda, su mejor papel. Mifune, el actor fetiche de Kurosawa, era demasiado mayor para el papel de Yasumoto, así que interpretó al irascible Barbarroja, en uno de sus papeles favoritos, como el mismo confesó. Barbarroja fue la última película que hicieron juntos Mifune y Kurosawa. Su relación personal tuvo grandes altibajos, como es de esperar entre dos genios de este calibre, pero en lo profesional fue una de las más fructíferas de la historia del cine, similar por ejemplo a la que tuvieron John Ford y John Wayne. Fueron dieciséis películas juntos, algunas de las cuales son clásicos absolutos de la historia del cine: Rashomon, Los siete samurais, El infierno del odio, Trono de Sangre, La fortaleza escondida... pero si tuviera que quedarme con una, elijo a Barbarroja... bueno junto a El infierno del odio, que es otra obra maestra absoluta.
Barbarroja se estrenó en Japón dividida en dos pases, debido a su larga duración. En la edición de Manga que yo he visto, hay un fundido a negro en la mitad del film que así lo indica. Para el espectador poco acostumbrado a películas largas y densas, recomiendo que se vea como en su estreno: mejor verla en dos partes que abandonar por cansancio.
Barbarroja fue un gran éxito en Japón, pero en Europa y Estados Unidos tardó bastante en ser apreciada, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta el ritmo lento, su compleja narrativa y la larga duración. La película está construida de una manera similar a Dodes'kadén, con varias tramas hilvanadas por la historia de los dos protagonistas. Algunas de estas tramas, como la conmovedora historia de la niña rescatada de un burdel infestado de sífilis, te hacen llorar irremediablemente. Sin embargo, pese a lo que pueda parecer, Barbarroja es una película optimista. En su libro "Las películas de Akira Kurosawa", Donald Richie la compara con autores tan distintos como Dickens o Camus. "La película es al mismo tiempo compasiva y dura, porque la preocupación de Kurosawa, como la Barbarroja, es la indulgencia... La película puede soportar un extraordinario peso de sentimientos... porque nos lleva mucho más allá de los confines de nuestros infiernos diarios".
La película se beneficia mucho del legendario perfeccionismo de Kurosawa, que tanto irritaba a sus jefes la de productora Toho. Estos no entendían que se gastaran tantos millones de yenes en un decorado para luego no enseñarlo apenas. Pero como bien explica Donald Richie, "Al limitar tres cuartas partes de su película a interiores, y al usar ese magnífico decorado sólo unas pocas veces, aportó una especie de vida a la película que un sólo decorado, -por muy grandioso que fuera- no habría podido aportar. El efecto opuesto es lo que ocurre en una película como "La caída del Imperio Romano" (1964), en la que tienes la sensación de que si hay una sola toma más de ese foro tan caro, vas a gritar. El decorado de Barbarroja es muy real, en parte por lo poco que destaca". No puedo estar más de acuerdo. En La caída del Imperio Romano, por seguir con su ejemplo, uno casi siente al equipo técnico justo a un centímetro fuera de cuadro. Kurosawa tenía en cuanta estas y otras cuestiones, para muchos propias de un sicópata, pero que ayudan a que sus filmes sean de una calidad insuperable.
Para Kurosawa, como para Donald Richie, Barbarroja es la pelícúla que hay que ver:
"El Doctor Barbarroja está poseído, consumido por una rabia por hacer el bien. Hará lo posible por conseguirlo, aún cosas que considera malas... Hace algo más que dedicarse al bien; se dedica a una lucha contra el mal... Por eso la película no es sentimental, porque es ridículamente desproporcionado. Pero salir y luchar, odiar tan totalmente que el bien es el resultado: esto es algo más".


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Las últimas palabras 3

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Hace unos días estuve pensando en cuales serán mis últimas palabras. No es tarea fácil decidirse, créanme. ¿Una frase humorística para que te recuerden con simpatía? Puede ser, siempre que sea espontánea, como la que dijo el escritor Fontenelle, cuando le preguntaron, en su último suspiro, que sentía: "Nada, salvo una cierta dificultad para seguir existiendo". ¿Una frase trascendental? No es fácil. ¿Una frase que resuma el espíritu de una vida? Para inspirarme ojeo mi Diccionario de últimas palabras. La conclusión que saco es que no conviene obsesionarse con este tema, no sea que te ocurra lo que a Walt Whitman. Parece ser que el poeta estuvo obsesionado toda su vida con dejar unas últimas palabras acordes a su estatura literaria. Whitman creía que lo último que dijera un poeta debía ser la culminación de su obra, pero cuando llegó el momento, se bloqueó (es disculpable) y sólo pudo exclamar un escueto "¡Mierda!". Morirse es muy fácil o muy difícil, según a quién se le pregunte. Dime cómo te mueres y te diré quien eres, dijo alguien. En muchas ocasiones, las últimas palabras no hacen más que ratificar la personalidad del moribundo. Marlene Dietrich y Oscar WIlde son buenos ejemplos de esto. Es sabido que Marlene pasó sus últimos años encerrada en su casa para que nadie viera su decadencia. No permitía ninguna visita, excepto contadísimas excepciones de algunos íntimos. Cuando estaba a punto de expirar, un antiguo secretario y amigo suyo consiguió colar en la casa a un sacerdote. Cuando le vio, Marlene le echo inmediatamente: "¡Largo, ¿de qué voy a hablar yo con usted? ¡Tengo una reunión inminente con su jefe!" Wilde también usó su fina ironía hasta el último momento. Llegó al final de su existencia en la más absoluta pobreza, sin posibilidad alguna de recibir los cuidados necesarios. Cuando un pudiente amigo suyo se enteró de su estado, envió a dos de los mejores y más caros médicos de Francia a que le atendieran, pero era demasiado tarde. Cuando vio los médicos, Wilde exclamó: "Muero como siempre he vivido... por encima de mis posibilidades". Pero no todo el mundo está tan ingenioso cuando llega el fatal desenlace. Muchos no aciertan más que a decir "Me muero", "llegó la hora", "adiós", muchos "cógeme la mano", "abrázame" y frases similares. También hay quien se aburre. Churchill y el poeta d'Annunzio, soltaron un "¡Es todo tan aburrido!" y "Me aburro" respectivamente. El gran físico y divulgador Richard Feynman esperaba hacer de su muerte su último y más grande experimento, pero éste no estuvo a la altura de sus expectativas: "Esta muerte es, sencillamente, aburrida". Las últimas palabras eran, dicen, uno de los alicientes de las ejecuciones públicas que se celebraban en Europa y Estados Unidos hasta no hace mucho. El público esperaba expectante la última declaración del que iba a ser colgado, guillotinado o asesinado de formas aún peores. Un famoso pistolero americano, vio como temblaban las manos de un joven sheriff encargado de su ejecución. "¡No te iras a poner nervioso ahora!", le espetó. "Es mi primera ejecución" le dijo el sheriff. El pistolero le respondió entre risas "¡También la mía!". También encuentro momentos conmovedores. Jane Austen, cuya amabilidad y humildad eran legendarias, se encontraba en el lecho de muerte. Su sirvienta le preguntó si necesitaba algo. "Nada, muchas gracias. Ahora si no os importa, me tengo que morir". ¿Y por qué decir algo? Como de momento no se me ocurre nada, me consuelo con las últimas palabras públicas de Marx. Éste llegó a sus últimas días totalmente solo y destrozado por la enfermedad y las desgracias personales. Cuando estaba a punto de morir, Engels fue a visitarle y le preguntó si le quedaba aún algo que decir a la posteridad. Marx, estalló en cólera "¡Fuera de mi vista! ¡Las últimas palabras son cosa de tontos que no han dicho lo suficiente mientras vivían!"

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Húngaros o marcianos 4

lunes, junio 09, 2008 | Escrito por | Etiquetas



En una ocasión, el físico Enrico Fermi estaba charlando con su amigo y colega, el húngaro Leo Szilard. Le formuló la siguiente pregunta, (uno de sus enigmas favoritos):
"El Universo contiene miles de millones de estrellas. Muchas de esas estrellas tienen planetas, donde se encuentran agua líquida y una atmósfera; Allí están sintetizados compuestos orgánicos; que se reúnen para formar sistemas autorreproductores. El ser vivo más simple evoluciona por selección natural, se complejiza hasta dar criaturas pensantes. Luego vienen la civilización, la ciencia y la tecnología. Esos individuos viajan hacia otros planetas y otras estrellas, y terminan por colonizar toda la galaxia.Evidentemente, gente tan maravillosamente evolucionada debe de sentirse atraída por un lugar tan bello como La Tierra. Entonces, si realmente ocurrió de tal modo, debió desembarcar en la Tierra. ¿Dónde está esa gente?"
La respuesta de Szilard: "Están entre nosotros, dicen llamarse húngaros".

Efectivamente, los húngaros son bastante marcianos, son el pueblo más fascinante de Europa. Estrambóticos o geniales, personajes húngaros de fama universal los hay en todas las épocas: Bela Lugosi, Johnny Weissmüller, Peter Lorre, Michael Curtiz, Lizst, Bartok, Frank Cappa, Joseph Pulitzer (sí, el del premio), Oscar Kiss Maerth, Arthur Koestler, Rubik, (el del cubo) Biro de Lazslo, (el inventor del bolígrafo) y un larguísimo etcétera. Y luego está el más marciano de todos, Nikola Tesla, nacido en un antiguo territorio del imperio austrohúngaro, aunque de familia serbia.
Su lengua no es menos marciana. El idioma húngaro es uno de los más extraños del mundo y uno de los más difíciles de aprender. Al igual que el euskera, el finés y el estonio, no pertenece a la familia de las lenguas indoeuropeas. Los primeros textos húngaros datan del siglo XII , pero los últimos descubrimientos arqueológicos indican que ya se hablaba húngaro mucho antes.

Pero sin duda, la prueba de que los húngaros son marcianos la tenemos en lo que ocurrió en la ciencia húngara en la primera mitad del siglo XX,(la segunda mitad también fue espectacular, aunque menos).
Entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, nacieron en Hungría (un pais de sólo diez millones de habitantes) tal cantidad de sabios y brillantes científicos que uno se acuerda de la película El pueblo de los malditos.
En concreto, algo debió pasar con Budapest, porque allí nacieron y se formaron los siguientes talentos:

*Albertz Szent Gyorgyi, Premio Nóbel de Medicina en 1937. Descubridor de la vitamina C. Trató de de explicitar los fenómenos biológicos en el nivel momecular y atómico.
*Georg von Békésy Premio Nobel de Medicina en 1961. Estudió los mecanismos del oído interno.
*Dennis Gabor, Premio Nobel de Física en 1971, inventor de la holografía.
*Eugene Wigner, Premio Nobel de Física en 1963, pionero de la fisión nuclear y y descubridor de importantes principios de simetría en física cuántica.
*Edward Teller, padre de la bomba H norteamericana. Convenció a Truman de la necesidad de construir la bomba, y después intentó convencerle de que no la utilizara. Trabajó en el Proyecto Manhattan, cuya finalidad era construir la primera bomba atómica. Kubrick le parodió como Dr Strangelove en "Telefóno rojo..."
*John von Neumann Físico también implicado en el Proyecto Manhattan. Padre de la teoría de juegos, y, para muchos, también de la computadora. Además hizo contribuciones importantes en física cuántica, matemáticas, robótica y varias disciplinas más.
*Theodore von Kármán Von Kármán contribuyó a la fabricación de la primer aeronave asistida por reactores de Estados Unidos con la inclusión de cohetes de combustible líquido y sólido. En 1963 fue premiado con la primer Medalla Nacional de Ciencia.
*George de Hevesy Premio Nobel de Química por sus trabajos sobre los isótopos como trazadores en el estudio de las propiedades químicas de las sustancias.
*Leo Szilard Otro de los brillantes físicos pioneros de la fisión nuclear, responsables del proyecto Manhattan, amén de otras importantes investigaciones en otros campos.
*George A. Olah Premio Nobel de química en 1994.
*Zoltan Bay, No nació en Budapest, sino Gyulavary, pero se fue muy pronto a estudiar a la capital. Inició el estudio por radar de la Luna, y contribuyó a definir el metro a partir de la velocidad de la luz.

Todos nacieron en Hungría, pero muy pocos se quedaron allí. Cuando llegó el nazismo la mayoría, de origen judío, tuvieron que emigrar, o mejor dicho, que escapar a Inglaterra o Estados Unidos. Muchos fueron salvados o ayudados por la embajada de Suecia en Budapest. Según Koestler, "no se había visto tal éxodo de sabios y de artistas desde la caída de Bizancio". ¿Cual fue la razón de la asombrosa fertilidad intelectual de Budapest? ¿Semejante densidad de genios se debe sólo a la eficacia de su prestigiosa facultad de matemáticas? Para Nicolas Witkowski, el motivo radica "sin duda en la atmósfera de alta inseguridad que reinaba en Budapest durante y después de la Primera Guerra Mundial. Como consecuencia de la invasión rusa y el golpe de Estado militar de 1919, la burguesía y la nobleza padecieron en toda su extensión una temible represión, entre cuyos aspectos dramáticos el numerus clausus, impuesto a los judíos en las universidades, no fue uno de los menores". Von Neumann (pronúnciese fon noiman) lo explicaba así: "En Hungría, en esa época, había que producir algo excepcional o desaparecer". La ciencia como técnica de supervivencia, y como único objetivo de supervivencia: eso es lo que experimentaron esos jóvenes brillantes, que tuvieron que volverse brillantísimos, casi como marcianos.

(Fuentes: Una historia sentimental de las ciencias, de Nicolas Witkowski. Wikipedia)

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Max Beerbohm, Aubrey Beardsley: dos excéntricos geniales 1

miércoles, junio 04, 2008 | Escrito por | Etiquetas

En España empezó a conocerse al excéntrico Max Beerbohm (izquierda) a raíz de la publicación de la maravillosa “Antología de la literatura fantástica”, compilada por Borges, Bioy y Silvina Ocampo, que incluía el cuento de Beerbohm Enoch Soames. Se trata de un deslumbrante y breve relato, basado ligera y libremente en el mito de Fausto, que recomiendo fervientemente al lector que no lo conozca. Sin embargo, en su momento Beerbohm fue más conocido como caricaturista y parodista que como escritor. Ántes de irse a vivir a Italia, el dandy Beerbohm participó activamente en la vida cultural inglesa de la época. Entre sus amigos se encontraban Oscar Wilde, George Bernard Shaw, G.K. Chesterton y el propio Aubrey Beardsley (derecha). He aquí algunas muestras de su trabajo gráfico.
La caricatura de que Beerbohm hizo de A. Bearsdley:



El señor de barba es Willim Morris:



Así vió a la Hermandad Prerrafaelita:





Puedes ver más caricaturas de Max Beerbohm en los fondos de la Tate Gallery.

Aubrey Beardsley nació el mismo año que Max Beerbohm, pero tuvo una vida mucho más corta: murió a los veinticinco años víctima de tuberculosis. Pese a su breve carrera, su legado fue enorme, y su influencia puede rastrearse a los largo de todo el siglo XX en una gran variedad de ilustradores. Beardsley era un personaje público, así como un excéntrico privado. Dijo: «Sólo tengo un objetivo, lo grotesco. Si no soy grotesco no soy nada».







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Bo Diddley, In Memoriam 0

lunes, junio 02, 2008 | Escrito por | Etiquetas

Ayer nos dejó, a los 79 años, uno de los grandes del rythm & blues.


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Cine en televisión 2

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Cuando pasan una película en televisión, que nos gusta, que la tenemos en DVD, ¿por qué la vemos con los molestos cortes publicitarios y mal doblada cuando podríamos verla sin cortes y en el idioma que queramos? Esto me pasa a mí y a la mayoría de la gente que conozco. El cine televisado, con todos sus defectos, parece tener algún poder de atracción que no tiene el DVD. Hace unos meses, un grupo de amigos charlamos sobre esto. Salieron varias y diferentes explicaciones al fenómeno. Algunos opinaban que era por simple pereza, otros, que elegir un DVD lleva implícito tomar una decisión, algo que muchas veces no deseamos; otra explicación con muchos defensores fue la de saber que en ese momento había cientos de miles, quizá millones de personas, que en ese momento estaban siguiendo la película, lo que creaba un sentimiento de comunidad, de pertenecer al grupo, que no tenía la proyección privada. Le volví a preguntar sobre esto a mi amigo Santiago, y esto fue lo que me respondió, (después de prometer explicarse de modo esquemático).

“Intentando primeramente relacionar el modo de percepción de la imagen en
movimiento y la manera histórica en que la audiencia ha recibido los mensajes de los medios audiovisuales te nombro algunos puntos que me vienen a la memoria:

- El mensaje audiovisual es fugaz y por lo tanto finito espaciotemporalmente. (En la actualidad de los medios incluso el mensaje y contenido tienen una vigencia que apenas trasciende a la fugacidad de su emisión. Las relecturas siempre están en relación con su ubicación en el tiempo en que fueron emitidos).

- Desde la aparición de la radio y el cine como primeros medios de comunicación audiovisuales, la audiencia ha asimilado esa fugacidad y esa ubicación espaciotemporal de los mensajes intangibles que recibe por esos medios. Sensaciones visuales y auditivas que en su naturaleza son siempre secuenciales compuestas de un soporte no material y de naturaleza sensorial.
Esta era una de las principales rupturas con la era de la comunicación impresa donde siempre existía un soporte material que relacionaba al receptor con una ubicación concreta y un elemento de materia tangible.

- El cine en sus inicios fue concebido como un medio capaz de crear una sensación de realidad, una especie de espejo donde asomarse al mundo desde una posición de espectador.
El planteamiento de exhibición en salas públicas no fue la única propuesta para el invento. Ese método de exhibición de herencia teatral fue una propuesta de la industria francesa, mientras tanto, Edison en Nueva York proponía la distribución de sus películas para visionado individual en máquinas de inserción de monedas en los establecimientos de recreativos. Como cualquiera puede suponer, el método de visionado de la película cinematográfica determinará de manera determinante el desarrollo del medio y de la industria, así como el del lenguaje cinematográfico y la naturaleza de los filmes.

- Cuando se impuso el modo de expresión narrativo, se estableció la industria, se extendió el medio a nivel global y se crearon los canones de representación, ya la audiencia interiorizó el método de recepción del mensaje cinematográfico de una manera concreta: Siempre visionado en sala oscura, en modo colectivo y que presupone una motivación y un desplazamiento a un lugar concreto donde se recibe el mensaje, se mira una película y la actividad queda asociada con el ocio y el desarrollo personal. Por ese motivo, los individuos de generaciones que han convivido con el cine, todas las de los países con industria cinematográfica y todas las que han vivido en el siglo XX, tenemos un sentido de asociación del hecho cinematográfico con el lugar donde se exhiben filmes y con la manera de recibirlas. Manera de recepción siempre de modo colectivo y en oscuridad donde cada uno de los individuos crea su inmersión en la diégesis de la narración pero siempre consciente de que lo hace en un lugar rodeado de otros individuos y durante un momento fugaz que se desarrolla durante esa exhibición en la sesión para la que ha comprado su billete. La televisión no ha llegado a sustituir nunca ese entorno del medio cinematográfico.
Tras la Segunda Guerra Mundial y en los años 50 en Estados Unidos con la expansión de la televisión se temió en un principio que el nuevo medio acabase con la industria cinematográfica y si bien supuso una competencia con el medio nunca llegó a sustituirlo sino a crearse su propio espacio y su nuevo lenguaje e industria.
Ese desarrollo paralelo de la televisión y su naturaleza diferenciada se forjó principalmente en función de la manera en que la audiencia se enfrenta al medio, por el modo de recepción del mensaje que es totalmente diferente al visionado cinematográfico en sala. La recepción televisiva se realiza de manera doméstica, individual o familiar y temporalmente simultáneo con otras actividades cotidianas.
Así podemos diferenciar cómo cada uno de los diferentes medios se ha desarrollado con su propia narrativa, lenguaje, industria, modo de representación etc... siempre en función de sus condicionantes técnicos, tecnológicos, sociohistóricos, económicos que los ha hecho en cada periodo.

Uff, respecto al tema con el que comenzamos.

El cine en televisión no viene a sustituir al cine exhibido. Históricamente a mediados del siglo XX se temió que el cine en televisión sustituyese la exhibición en salas, pero no llegó a ser así principalmente por los motivos de la naturaleza cinematográfica a la que antes intenté referirme y el asentamiento de la televisión y su popularización siempre ayudó a la industria cinematográfica.

En la actualidad existe otros motivos para la desaparición paulatina de la exhibición cinematográfica en salas, motivos que podríamos comenzar a enumerar:
- Especulación inmobiliaria que acaba con los espacios de exhibición.
- Degradación y abandono del centro de las ciudades como zonas de ocio
popular.
- El enfoque de la creación de obras cinematográficas por parte de la industria americana destinadas a otras formas de consumo, más relacionadas con la comercialización de otros productos asociados que con la pervivencia comercial de la propia obra.
- En España concretamente la causa principal de la desaparición de la industria nacional sustituida por la política de subvenciones y dependencias externas.
- La desaparición del modo de exhibición que previsiblemente sea ya historia para el próximo cambio generacional.

- El tema:
Si no recuerdo mal, el día que hablamos al respecto te dije que el visionado de una peli en una emisión televisiva contiene esos aspectos de fugacidad de inmediatez y de intangibilidad que sí existen en la exhibición cinematográfica en sala. Aspectos que inconscientemente llevan al espectador a prestar la atención y sentirse inmerso en la diégesis cinematográfica y, aunque el visionado en emisión televisiva se reciba en casa en entorno familiar o individual, no dudaría yo en afirmar que existe en el espectador televisivo individual una cierta conciencia de participación en una recepción colectiva de la que participa con el resto de los individuos que en ese momento están relazando la misma acción que él mismo.
En el visionado mediante la reproducción de un soporte, un vídeo material del que podemos ser propietarios, que podemos tocar y con que podemos elegir el momento de su reproducción parada, congelado, retardo,adelanto, pausa para visitar el baño, para coger el teléfono, etc. En ese visionado perdemos por completo la sensación de fugacidad, de colectividad y de intangibilidad del mensaje secuencial y sensorial. Por lo tanto, tampoco dudaría en afirmar delante de la barra de un bar que se trataría de un modo de visionado diferente que influiría en la percepción que el espectador pueda tener sobre la integridad de la obra cinematográfica, cuanto menos refiriéndome a la obra cinematográfica tradicional existente desde 1895 hasta los comienzos del siglo actual”.

Santiago Rodríguez Padilla.

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