Nació como Chester Burnett, pero todo el mundo le conoce como Howlin' Wolf y es mi músico de blues favorito. No recibió su mote en vano: su voz era realmente desgarradora. Su aspecto no le iba a la zaga. Con su imponente físico, (190cm, 150Kg), su gran cabeza cuadrada y esa penetrante mirada de depredador, realmente daba miedo. Marshall Chess, uno de los propietarios de Chess Records, la discográfica en la que grabó Howlin' Wolf, cuenta en un documental que era el hombre más duro que haya conocido nunca, y llega a decir que le daba miedo quedar con él a solas. Aunque probablemente esa imagen de alimaña solitaria fuera en parte modelada por el propio Howlin' Wolf, no debía ser nada fácil tratar con esta fuerza de la naturaleza. A finales de los sesenta, en plena explosión de la psicodelia, le convencieron para grabar algunos de sus temas con guitarras eléctricas y pedales wah wah, un disco experimental más acorde con los nuevos tiempos, un disco moderno con el que esperaban captar al público joven, que, por lo general (sobre todo en USA) pasaba totalmente del blues tradicional. Como era de esperar, a Howlin' no le gustó nada el resultado. Avergonzado por ese "sonido moderno", pidió a Marshall Chess que el disco no saliera a la venta. Para convencerle, Chess, medio en serio medio en broma, le prometió que su opinión iría reflejada en la portada:



El disco fue un fracaso comercial, pero, por supuesto, con los años se convirtió en un disco de culto para los amantes de la psicodelia y del acid-rock de los años sesenta.

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