En su último libro, George Steiner dedica un capítulo a Cecco d’ Ascoli, un poeta muy poco conocido que tuvo la mala suerte de coincidir con Dante. En realidad, el capítulo está dedicado a la supuesta envidia que durante toda su vida Cecco sintió por el autor de la Divina Comedia. Aunque Cecco era un autor talentoso, fue eclipsado por la sombra gigantesca de Dante, al igual que (si hacemos caso a la literatura) Mozart eclipsó al envidioso Salieri. Goethe se preguntó al respecto: “¿Cómo puedo ser yo si otro es?”. O dicho en otras palabras, ¿cómo puede uno ser poeta con aspiraciones si tu vecino es Dante? Se cuenta que Virginia Woolf tenía proyectada una gran novela autobiográfica, hasta que leyó En busca del tiempo perdido, de Proust. Estuvo tan hundida que durante un tiempo estuvo decidida a dejar de escribir.
Cuando esto ocurre es fácil que surja la envidia, un corrosivo ácido que puede destrozar la vida del envidioso y en ocasiones la del envidiado. Las historias de rivalidad, de feroz odio, entre grandes hombres de ciencia, -o de las artes-, son infinitas.
Steiner cuenta que en Princeton, "oí a Robert Oppenheimer lanzar a un físico la exigencia: Es usted tan joven y ya ha hecho tan poco. Después de esto la opción lógica es el suicidio”.
La envidia fratricida parece ser una constante en la historia de la humanidad. Se trata de un tema casi tabú, “casi roza lo excrementicio, como intuyó Swift. La sinceridad, el sondear la abierta herida del yo, duele demasiado. El olor que sube desde los rincones del ego es demasiado fétido para respirarlo”. Los moralistas, desprovistos de cinismo, dejaron dos máximas terribles, aniquiladoras: “En las desdichas de un amigo hay algo que no nos desagrada”. Y la aún más desagradable, “No basta con triunfar, hay que ver fracasar a otros, preferentemente a un amigo”. Me cuesta digerir esto, pero Steiner se apresura a proclamar: “Que niegue estas desagradables verdades quien se atreva. Lo peor es la maduración dentro de uno mismo de un registrador irónico e incorruptible; de una voz interior que se ríe de nuestras ilusiones y da expresión a nuestra mediocridad. Aunque pueda poner a prueba lo límites de la resistencia, este testigo interiorizado es un diapasón indispensable. Impone nuestra percepción de lo de verdad cada vez que (nuevamente) no lo conseguimos. Cuando un contemporáneo más valiente y dotado lo ha conseguido. Ahogad esa voz, corromperla mediante la apología o la autocompasión masoquista, y el precio será la verdad. Asfixiar la envidia es, al final, preferible a mentirse uno mismo”.
2 Reply to "Envidia"
Anónimo on 1 de marzo de 2009, 4:01
Según la RAE :
Envidia:
1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno.
2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee.
En ambos casos (sobretodo en el primero) podemos desarrollar sentimientos de odio, venganza, resentimiento... hacia el ser envidiado (el Salieri de Amadeus y quizá Edison viéndose superado por Tesla)
Pero también el ser envidiado puede pasar a un segundo plano , quedando sólo el deseo de poseer lo que no tenemos. Lo que nos puede llevar a la autocrítica, al sentimiento de inferioridad, la impotencia.... (Virginia Woolf)
Aún así creo que "el deseo de algo que no se posee" entendido racionalmente puede ayudarnos y convertirse en esa motivación que hasta entonces no teníamos.
Muy buen artículo, me alegro de que Puntomátic haya vuelto con fuerza :)
Anónimo on 7 de marzo de 2009, 12:03
Genial!!
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